¡QUE PELICULA TAN BONITA!

¡QUE PELICULA TAN BONITA!
El otro día, tratando de amasizar el sueño, me puse a ver televisión y para variar estuve pase y pase canales con el control remoto, de pronto ¡Grata sorpresa!, en uno de los canales estaba recién comenzada la película italiana "Cinema Paradiso", cuya presentación fuese hecha en 1989 y causara muy buena aceptación.
Creo es una de esas pocas y últimas películas realizadas sin violencia alguna de por medio, en donde se muestra la bucólica vida de una población de una ciudad siciliana de nombre Giancaldo, en donde toda la comunidad asiste a dicha sala de cine a realizar su "descanso" y distracción. Ahí se dan encuentros entre los pobladores que culminan incluso en matrimonios. La cinta, se recrea en la Italia de 1954 (el año en que nací).
Lo realmente impactante y enternecedor es la relación que se da entre el niño "Toto" y el maduro operador del proyector de películas de dicha sala de cine, Alfredo.
EN AQUELLOS AYERES INCUESTIONABLEMENTE SE VIVIA
Pero, toda la trama a mi real entender es nada menos lo que Erich Fromm analiza en uno de sus libros "Ser o tener", pues incuestionablemente la película nos presenta como la enorme mayoría de los pobladores, no obstante podríamos considerar "conformistas", deciden vivir ese tipo de vida, y Toto, en virtud a los consejos de Alfredo, que le impelen a irse del pueblo antes de que se vuelva otro más de dicho sitio, prácticamente de frustrados, de acuerdo con el diálogo que sostiene Alfredo con Toto ya joven. Toto opta por irse a probar suerte y se convierte en un exitoso director de cine y de acuerdo con la promesa hecha a Alfredo, no regresa jamás al pueblo, hasta que es avisado de la muerte de su amigo, momento en que va a los funerales y no solo se reencuentra con sus antiguos vecinos, sino con su pasado.
"NO ESCUCHO QUE NINGUNA TE AME"
Pero, lo que más me llamó la atención fue el comentario de su anciana madre cuando le muestra que le ha guardado todo lo que él usaba, incluida la vieja bici y la cámara portátil de cine que de joven había adquirido. En virtud de que Toto, ya adolescente se enamora de la hija del banquero y por su condición de pobretón no logra su anhelada unión con la chica, él se va al servicio militar y a su regreso no la encuentra más. Su progenitora le recomienda se case y encuentre el amor, pues expone la anciana: "Cada vez que te llamo me contesta una nueva voz de mujer, que de inmediato se percibe no te ama".
EL LEGADO MATERIAL DE ALFREDO ¡TODA UNA NOSTALGIA!
Pero, el momento más contundente de la película llega al estar Toto de regreso en Roma de los funerales, revisando un material cinematográfico que le legara Alfredo, consistente en los recortes hechos a las películas de antaño, de acuerdo a las indicaciones de la censura.
En esa visita para las exequias de su amigo, Toto y el pueblo asisten al derrumbamiento del edificio que albergó el cine. Es un momento estrujante, sobre todo para aquellos que logramos identificarnos con "Cinema Paradiso".
ERA COMO EL VERACRUZ DE LOS 60 Y PRIMERA MITAD DE LOS 70
Tal vez alguien de las nuevas generaciones no entendería la película, pero, para quienes tuvimos el privilegio de conocer, pero sobre todo de vivir aquel Veracruz de la década de los sesenta y mediados setenta, incuestionablemente nos identificamos plenamente con la película y los moradores de Giancaldo.
VISTO EN RETROSPECTIVA ¡QUE BIEN LA PASAMOS! ¿O NO?
Pues en aquellos ayeres en Veracruz la diversión estaba en los cines, sobre todo los domingos. En la mañana, los niños asistíamos a la matiné o toda la familia se iba a la playa de haber buen día. Por la noche de ese día, era obligado ir al cine. Ya bien en grupos de jóvenes o en familia. Ya bien al "Veracruz", al "Variedades", al "Diaz Mirón" o cuando en su momento logró tener buena fama y pasaba buenas películas el "Reforma".
Era incuestionablemente una vida simple, llana, bucólica y hasta pastoral, pero, hoy, visto todo esto a la distancia ¡Qué bonito tiempo!, sobre todo que nos podíamos divertir sin mediar los "pomos" de alcohol, las "chelas" o lo tan en boga hoy, las drogas. No, no había nada de eso entre toda la bola de jóvenes de todas las edades que íbamos al cine. Incluso, en la interacción de estos grupos nacían noviazgos que terminaron indefectiblemente en casamiento.
LOS DOMINGOS DE MALECON Y CAFE ¡QUE RICO!
Después del cine, era de obligación tradicional trasladarse al zócalo o al malecón. A mi generación ya le tocó el malecón. Como también hacer un descanso en el café "La Terraza" o "El Silver", precisamente en el malecón (como les dije en su momento, "La Terraza" fue el inmediato antecedente del Gran Café de la Parroquia de mi gran amigo Don Marcelino Fernández Lavid).
HEMOS AVANZADO, PERO ¿ESPIRITUALMENTE QUE GANAMOS?
Y si, la vida era simple, sencilla, nuestros gustos no eran tan complicados y lográbamos la diversión con apenas unos cuantos pesos y eso sí, kilos y kilos de anhelos, sueños, imaginación, ilusiones y planes que todos hacíamos para el futuro y todos compartíamos con toda la palomilla.
¿CUANTOS TOTOS DE AQUEL AYER HAY HOY?
Hoy, tal vez estemos como Toto al mirar los recortes que le legara su amigo Alfredo, contemplando nuestro progreso como seres humanos y profesionales, pero, incuestionablemente viendo el entorno tal vez un tanto rebasado a la gran mayoría en función a la velocidad que el progreso le ha impreso a nuestras vidas y, ya hasta, principalmente las nuevas generaciones, en función a tanto progreso, se han olvidado hasta de soñar. Lo cual es muy enriquecedor, en virtud de que no debemos olvidar que todo lo creado por el hombre tuvo su inicio en un sueño, en un deseo, en una ilusión. Acción esta hoy olvidada por tratarse de un anacronismo, peleado absolutamente con la muy bien estructurada sociedad de consumo.

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