TENER O SER

TENER O SER
El título se lo he fusilado a una obra de Erich Fromm, en donde el autor hace toda una gama de exposiciones respecto a la actual situación de la humanidad en la que se ha optado por tener habiéndonos olvidado de ser (que conste ya estoy hablando en primera persona del plural, o sea, me incluyo en los integrantes de la lucha por el acumulamiento) o sea ¡De vivir!
En función a tal decisión tenemos por resultado toda esa gama de enfermedades causadas por la tensión emocional que produce el estar en la actitud de estar acumulando de manera constante y que los conocedores del ente humano le han llamado "estrés", vulgo: nervios revuelto con adrenalina.
UNA BUENA ENTREVISTA, AMÉN DE ACTUAL
La inspiración de esta narrativa viene en función a la entrevista realizada por este gran diario al Dr. José Luis Beristáin Silva, en donde expone el galeno las causas de la colitis y la gastritis, mencionando el estrés, entre otras causas, como también la ingesta de irritantes y productos chatarra.
Y, al estar leyendo la entrevista iba cayendo en la cuenta de que en mis tiempos de niñez ¡Cómo comía chile la gente! Y no había gastritis tan generalizada como ahora y mucho menos la colitis.
SE "CAMBIÓ LA PROGENITURA POR UN PLATO DE LENTEJAS"
Todo, absolutamente todo se debe a la tendencia de la contemporaneidad de haber cambiado la "primogenitura por un plato de lentejas" (esta expresión entrecomillada me la fusilo del Génesis 25: 30, 31, 32, 33 y 34) de cuando Esaú, sin mayor reflexión, un día que llegó de cacería y hambriento, le pidió a su hermano Jacob le diera de un potaje de lentejas que tenía y Jacob le dijo que le daba de comer a cambio de su progenitura, a lo que Esaú accedió. Y, desde entonces, a la expresión de "cambiar la progenitura por un plato de lentejas" se aplica cuando no se da importancia a lo esencial por algo baladí) , pues, no digo que lo material no sea importante, lo es, pero, no en grado de hacer de ello la vida, olvidándonos de nuestra existencia misma.
EN AQUELOS AYERES SE VIVIA, NO SE TENIA
En mi niñez, cuando los camiones urbanos de madera, los tranvías abiertos y que no había casi automóviles no era preocupación alguna la posesión de un automotor; como tampoco era como para perder el sueño no tener ropa de marca o tener que andar consiguiendo productos piratas para poder "dar el gatazo"; como tampoco era requisito sine qua non el salir hasta la "chancla" de las fiestas, simple, sencilla y llanamente porque no era aceptado tal situación de cosas ¿Hoy? ¡Mmmj!, el que no salga hasta la "chancla" de borracho es el criticado.
Pero, lo que sucede que como no había por qué estar luchando para tener, no había "nervio", ni "estrés" y mucho menos existía lo que en la actualidad se da con frecuencia y va el levante: las adicciones. Que no son otra cosa que buscar la salida de los estados de tensión extrema que nos provoca el "tener en lugar del ser".
UN CONSUMO ESENCIAL CON GRAN FELICIDAD A CAMBIO
En cambio ¡Qué grato se vivía!, el Playón era más que suficiente para pasar unas buenas vacaciones escolares, la Navidad era muy, pero muy bonita, no había que andar consumiendo todo lo que hoy se ofrece año con año para adornar las casas (antes a nadie se le ocurría encender focos en el exterior de su casa como una manifestación de "espíritu navideño"), con el consecuente gasto que se hace de todo.
Antes no éramos consumistas y vivíamos muy, pero muy bien, sin los sobresaltos de ahora en que desde antes de llegar la quincena ya se tiene más que comprometido el ingreso.
FUE TAL VEZ UNA EPOCA ROSA, PERO ¡CUANTA TRANQUILIDAD!
Si, eran temporadas más "rosas", pero, indiscutiblemente la calidad de vida fue mejor. Y sustento mi decir precisamente en esa enorme espiral consumista hoy tan en boga y que no existió en la época de la que les hablo. En contraposición no había "estrés", ni colitis, ni nada por el estilo, mucho menos esta enorme proclividad que llamamos ahora "adicciones" y que no es otra cosa que encontrar estimulantes para "buscar" sentido a la existencia sustentada en el "tener", precisamente porque, al final del camino se cae en la cuenta de que "tener" no da la satisfacción adecuada y mucho menos la fuerza interna que todo ser humano necesita para ir a través de este derrotero llamado vida.
VALORES MORALES QUE VAN DECRECIENDO POR "TENER"
Y tal fuerza interna se encuentra en el "ser", o sea, en la búsqueda de los valores morales, familiares e incluso religiosos con los que, al menos, mi generación creció y, aquí estamos, dijera mi señor padre en cuanto con asombro alguien le replicaba a su respuesta a pregunta expresa de cuántos hijos tenía y al responder él "Diez". "¿Todos vivos?". Respondía mi progenitor: "Unos vivos y otros medios ...endejos, pero ¡Cómo comen!". Así los integrantes de aquellas generaciones, no andamos tan mal para ser del país, sobre todo en materia de adicciones, nos libramos en buen número de tales broncas, tal vez porque nos enseñaron, tanto nuestros padres como nuestros maestros, que vivir era lo más importante, sobre todo con los valores morales y familiares hoy tan en demérito.
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