(CONTINÚA DEL DÍA DE AYER)

(CONTINÚA DEL DÍA DE AYER)
Yo no tuve la luz del alfabeto. Durante siglos aboné con mis lágrimas la tierra que debí cultivar desde mi infancia. He recorrido el mundo en millares de vidas que me han sido entregadas una a una.
Y he conocido a todos los hombres del planeta. Los grandes y pequeños, los bravos y cobardes, los viles, los honestos, los buenos, los terribles. Mas casi todos llevan la marca de los tiempos. Unos manejan vidas como amos y señores, asfixian, aprisionan y aniquilan. Otros dejan almas, comercian con ideas, asustan o seducen, manipulan y oprimen.
Yo los conozco a todos, estuve cerca de unos y de otros, sirviendo cada día, recogiendo migajas, bajando la cerviz a cada paso, cumpliendo con mi karma.
He recorrido todos los caminos, he arañado paredes y ensayado silencios, tratando de cumplir con el mandato de ser como ellos quieran, mas no lo he conseguido. Jamás se permitió que yo escogiera el rumbo de mi vida. He caminado siempre en una disyuntiva, ser santa o prostituta. He conocido el odio de lasa inquisidores que a nombre de la Santa Madre Iglesia condenaron mi cuerpo a su servicio y a las infames llamas de la hoguera.
Me han llamado de múltiples maneras: bruja, loca, adivina, pervertida, aliada de Satán, esclava de la carne, seductora, ninfómana, culpable de los males de la tierra.
Pero seguí viviendo, arando, cosechando, cosiendo, construyendo, cocinando, tejiendo, curando, protegiendo, pariendo, criando, amamantando, cuidando y sobre todo, amando.
He poblado la tierra de amos y esclavos, de ricos y mendigos, de genios e idiotas, pero todos tuvieron el calor de mi vientre, mi sangre y su alimento, y se llevaron un poco de mi vida.
Logré sobrevivir a la conquista brutal y despiadada de Castilla en las tierras de América, pero perdí mis dioses y mi tierra y mi vientre parió gente mestiza después de que el amo me tomó a la fuerza. Y en este continente mancillado proseguí mi existencia cargada de dolores cotidianos, negra y esclava, en medio de la hacienda me vi obligada a recibir al amo cuantas veces quisiera sin poder expresar ninguna queja.
Después fui costurera, campesina, sirvienta, labradora, madre de muchos hijos miserables, vendedora ambulante, curandera, cuidadora de niños o de ancianos, artesana de manos prodigiosas, tejedora, bordadora, obrera, maestra, secretaria, enfermera.
Siempre sirviendo a todos, convertida en abaja o sementera, cumpliendo tareas más ingratas, moldeada como cántaro por las manos ajenas.
Y un día me dolí de mis angustias, un día me cansé de mis trajines, abandoné el desierto y el océano, bajé de la montaña, atravesé las selvas y confines y convertí mi voz dulce y tranquila en bocina del viento, en grito universal y enloquecido. Y convoqué a la viuda, a la casada, a la mujer del pueblo, a la soltera, a la madre angustiada, a la fea, a la recién parida, a la violada, a la triste, a la callada, a la hermosa, a la pobre, a la afligida, a la ignorante, a la fiel, a la engañada, a la prostituida.
Vinieron miles de mujeres juntas a escuchar mis arengas, se habló de los dolores milenarios, de las largas cadenas que los siglos nos cargaron a cuestas. Y formamos con todas nuestras quejas, un caudaloso río que empezó a recorrer el camino ahogando injusticias y el olvido. El mundo se quedó paralizado, los hombres y mujeres no caminaron. Se pararon las máquinas, los tornos, los grandes edificios y las fábricas, ministerios y hoteles, talleres y oficinas, hospitales y tiendas, hogares y cocinas.
"Las mujeres, por fin lo descubrimos ¡Somos tan poderosas como ellos y somos muchas más sobre la tierra! ¡Más que el silencio y más que el sufrimiento! ¡Más que la infamia y más que la miseria!
Que este canto resuene en las lejanas tierras de Indochina, en las arenas cálidas del África, en Alaska y América Latina, llamando a la igualdad entre los géneros, a construir un mundo solidario -distinto, horizontal, sin poderíos- a conjugar ternura, paz y vida, a beber de la ciencia sin distingos. A derrotar el odio y los prejuicios, el poder de unos pocos, las mezquinas fronteras, a amasar con las manos de ambos sexos el pan de la existencia".
¿QUE LES PARECIÓ?
Buen domingo amables lectores; en tanto en el mundo no se den las anteriores condiciones, o al menos en México, de la igualdad de la mujer, no podemos decir que hay democracia, ni en el mundo ni en México.
http://losbuenosdias.blogspot.com
correo:losbuenosdias@gmail.com



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