UNA SILENCIOSA RECEPCIÓN

UNA SILENCIOSA RECEPCIÓN
Narraba el otro día en una cantina un parroquiano a sus amigos ocasionales, como en cierta noche había llegado como caja de tráiler a su casa: ¡Hasta atrás!, o sea ¡Bien borracho!
Explicaba: "Y ya saben ustedes como somos de bien recibidos en casa cuando algo así sucede, por lo que muy, pero muy despacio fui metiendo la llave en la puerta y sigilosamente logré abrirla y cuando entré a mi casa ¿Qué creen que encontré? ¡Nada!, todo estaba en silencio y vacío. Entonces me quité los zapatos para no hacer ruido y como pude, de puntitas subí la escalera y llegué hasta la puerta de la recámara, abrí con mucho tiento y hasta que me acostumbré a la oscuridad me dirigí hacia la cama ¿Y qué creen que pasó? ¡Nada!, como pude, poco a poco me acosté en la cama y para dejar cualquier causa o duda zanjada, me fui juntando al cuerpo de mi esposa y le fui haciendo una chamba como pocas veces lo he realizado con ella, lo extraño es que  durante el trance ni pío dijo mi vieja. Considerando había logrado mi propósito de no crear conflictos, entonces sí, me levanté seguro de mi mismo y me fui al baño, pero ¿¡¡¡Qué creen, a quién creen que me encontré en el baño!!!?  ¡¡¡A mi vieja!!!, sentada en una silla, cubierta toda la cara con una plasta verde, que luego supe era una mascarilla de aguacate. Pasado el susto le increpé qué demonios estaba haciendo ahí. Como pudo, a señas me dio a entender que no me podía contestar porque se le iba a echar a perder la mascarilla, entonces, sin salir yo de mi sorpresa le pregunté voz en cuello qué quién diantres era entonces la mujer que yacía en la cama y con quien acababa yo de hacer el amor, como impulsada por un resorte mi vieja se levantó de la silla y gritando desesperada salió del baño en lo que gritaba llorando y casi histérica: "¡Mamá, cómo fue posible que me hicieras esto con Carlos!". Y mi suegra, que para entonces ya estaba hasta vestida, disponiéndose a salir le contestó imperturbable: "Tú bien sabes que yo a este cabrón no le hablo".
EL CONTADOR SORDOMUDO
Un jefe de la mafia descubrió que su Contador había desviado 10 millones de dólares de la caja. El contador era sordo y por eso fue admitido en el trabajo, pues como no podía oír nada, en caso de una eventual detención y proceso, no podría actuar como testigo. Cuando el jefe de la mafia le fue a preguntar por los 10 millones, llevó consigo a su abogada, que conocía las técnicas de comunicación de los sordomudos. El jefe preguntó al Contador a través de la abogada dónde estaban los 10 millones que se había llevado. La abogada, cumpliendo cual eficiente Malinche, a señas le repitió la pregunta al Contador, que a su vez, a señas le respondió: "Dice que él no sabe de lo que está usted hablando jefe". Tradujo la jurisconsulta. Entonces el jefe mafioso sacó una pavorosa pistola calibre .357 mágnum y apuntó a la cabeza del contador en lo que le ordenaba a la letrada preguntara de nuevo. Ella le dijo a la víctima: "Él te va a matar si no le cuentas donde está el dinero". En su sistema de comunicación el mudo le dijo a la mujer: "¡Ok!, ustedes ganaron, el dinero está en una valija marrón de cuero, que está enterrada en el jardín de la casa de mi primo Enzo, en el número 400 de la calle 26, manzana 6 de la colonia Santa Martha, mi primo no está ahora y regresará hasta dentro de tres meses". La abogada, haciendo la traducción de las señas del Contador, le comunica al Jefe: "Dice que usted se puede ir mucho a ver a la más vieja de su casa, que le va a pelar los dientes, que no tiene miedo a morir y lo que le faltan a usted son güevos para jalar del pinche gatillo..."
Moraleja: Si las mujeres fueran buenas, Dios tendría una y si fueran de confiar, el diablo no tendría cuernos.
FUNERAL JUDÍO
Su voluntad fue dejar 40,000 dólares para un buen entierro. Después de que salieron los últimos acompañantes de los servicios luctuosos, su viuda, Sara, se acercó a su más vieja y querida amiga, y le dijo: "Estoy segura de que Aarón estaría contento". "Sé que tienes razón", contestó Esther, quien bajó la voz y preguntó: "¿Cuánto costó todo realmente?". "Cuarenta mil dólares, tal y como él lo dispuso", respondió la viuda. Esther se sorprendió y replicó: "Todo estuvo muy bien, pero ¿¡¡Cuarenta mil dólares!!? Sara respondió: "El funeral costó seis mil quinientos, doné quinientos a la sinagoga, el licor y los canapés otros quinientos y el resto fue para la piedra conmemorativa". Esther, haciendo rápidamente las cuentas, todavía más sorprendida agregó: ¿¡¡¡32,500 dólares para una piedra conmemorativa!!!?... Pues ¿¡¡¡Qué tan grande es!!!?". Seguidamente y sin decir nada, Sara se concretó a mostrar el anular de su mano derecha, en donde lucía un fino anillo con el diamante más grande que Esther hubiera visto en su vida.
¡QUE TENGAN UN BUEN DOMINGO!

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