POR CORTESÍA DE USTEDES MISMOS RESPETADOS LECTORES
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Los dos reglamentarios chistes que cada domingo les incluyo y que ustedes mismos me hacen el favor de enviarme durante la semana. Por el número de colaboraciones veo con gratitud que este espacio, amén de cumplir algún tipo de misión, es leído por uno que otro respetable receptor
¿A ALGUIEN LE HA SUCEDIDO?
La señora, medio dormida en su cama, escucha cuando llega su marido del trabajo y siente como él la acaricia suavemente, casi de manera furtiva, como recorriendo suavemente la periferia de su cuerpo. Ella siente cómo su cuerpo reacciona inmediatamente a las caricias. El marido toma sus manos y las recoge, mete una de sus manos por su espalda y llega atrevidamente a sus redondeles.
En ese momento, la señora está que arde, jadeante y receptiva. Entonces es levantada abruptamente por sus extremidades inferiores; la mujer siente que la pasión perdida por años ha regresado y le encanta sentir cómo su hombre apoya sobre ella todo su peso. La enerva sentir en su nuca el aliento cálido de su marido. Ella se prepara para el acto definitivo adoptando una actitud corporal entre firme y receptiva en espera del lógico ayuntamiento; cuando de pronto su marido suelta sus piernas, gira sobre si mismo y se acomoda al lado de la cama. La mujer, asombrada y desconcertada, respirando hondamente pregunta: "¿Qué pasó?". El responde un llano y despreocupado: "¡Ya!". Ella replica, frustrada y lógicamente disgustada: "Ya qué, grandísimo ...abron?". Y él agrega: "Vuélvete a dormir mi cielo, ya encontré el control remoto".
EL PRIMER CUENTO EN QUE SE FRIEGAN A PEPITO
Era Noche Buena y Pepito dormía cómodamente en su camita. En eso ¡Entra por la puerta Santa Claus! Pepito despierta y grita lleno de alegría: "Santa, qué bueno que llegas, estaba esperando con ansia este momento. Pero, nunca antes te había podido ver en persona, siempre mantuve esta ilusión, pues cada año solo encontraba los presentes solicitados, pero veo que no solo eres un ser bueno, sino también gran amigo por permitirme verte ¡Gracias por venir señor de las remotas nieves!". El mítico personaje responde con su clásica actitud bonachona y acompañada de su clásica risa: "¡Jo, jo, jo! Hola Pepito, vine a darte el regalo que me pediste! que en forma tan singular".
Santa se vuelve a la puerta del cuarto y hace un llamado: "¡Luci, dale su regalo!". Acto seguido entra Lucifer, el señor de las tinieblas, pero paradójicamente resplandeciente en fuego con zapatos de casquillo y sin darle a Pepito tiempo para reponerse de tan tremenda sorpresa y sin decir agua va, le da un patadón a Pepito en los meros "aquellos" que se ubican en la entrepierna, que hace volar al pequeño infante dos metros, aterriza en su cama, rebotar contra la pared y termina en el suelo con las manos en la entrepierna retorciéndose de dolor.
Después de varios minutos, Pepito logra preguntar con voz entrecortada a Santa Claus: "¿P...ero, p...or q...ue pinche Santa?". Y Santa Clos le responde: "Sabía que me lo preguntarías, así que traje tu singular cartita para responderte". Sacando entonces la carta de referencia que Pepito le había mandado procede a leerla: "Querido Santa, se que no me he portado bien este año, pero me ¡ME VALE ...ADRE! Y quiero un patín del diablo ¡¡¡Nada más por mis "aquellos"!!!"
http://losbuenosdias.blogspot.com
correo: losbuenosdias@gmail.com
Windows Live y Samsung equipan tu casa. Participa y gana!
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¿A ALGUIEN LE HA SUCEDIDO?
La señora, medio dormida en su cama, escucha cuando llega su marido del trabajo y siente como él la acaricia suavemente, casi de manera furtiva, como recorriendo suavemente la periferia de su cuerpo. Ella siente cómo su cuerpo reacciona inmediatamente a las caricias. El marido toma sus manos y las recoge, mete una de sus manos por su espalda y llega atrevidamente a sus redondeles.
En ese momento, la señora está que arde, jadeante y receptiva. Entonces es levantada abruptamente por sus extremidades inferiores; la mujer siente que la pasión perdida por años ha regresado y le encanta sentir cómo su hombre apoya sobre ella todo su peso. La enerva sentir en su nuca el aliento cálido de su marido. Ella se prepara para el acto definitivo adoptando una actitud corporal entre firme y receptiva en espera del lógico ayuntamiento; cuando de pronto su marido suelta sus piernas, gira sobre si mismo y se acomoda al lado de la cama. La mujer, asombrada y desconcertada, respirando hondamente pregunta: "¿Qué pasó?". El responde un llano y despreocupado: "¡Ya!". Ella replica, frustrada y lógicamente disgustada: "Ya qué, grandísimo ...abron?". Y él agrega: "Vuélvete a dormir mi cielo, ya encontré el control remoto".
EL PRIMER CUENTO EN QUE SE FRIEGAN A PEPITO
Era Noche Buena y Pepito dormía cómodamente en su camita. En eso ¡Entra por la puerta Santa Claus! Pepito despierta y grita lleno de alegría: "Santa, qué bueno que llegas, estaba esperando con ansia este momento. Pero, nunca antes te había podido ver en persona, siempre mantuve esta ilusión, pues cada año solo encontraba los presentes solicitados, pero veo que no solo eres un ser bueno, sino también gran amigo por permitirme verte ¡Gracias por venir señor de las remotas nieves!". El mítico personaje responde con su clásica actitud bonachona y acompañada de su clásica risa: "¡Jo, jo, jo! Hola Pepito, vine a darte el regalo que me pediste! que en forma tan singular".
Santa se vuelve a la puerta del cuarto y hace un llamado: "¡Luci, dale su regalo!". Acto seguido entra Lucifer, el señor de las tinieblas, pero paradójicamente resplandeciente en fuego con zapatos de casquillo y sin darle a Pepito tiempo para reponerse de tan tremenda sorpresa y sin decir agua va, le da un patadón a Pepito en los meros "aquellos" que se ubican en la entrepierna, que hace volar al pequeño infante dos metros, aterriza en su cama, rebotar contra la pared y termina en el suelo con las manos en la entrepierna retorciéndose de dolor.
Después de varios minutos, Pepito logra preguntar con voz entrecortada a Santa Claus: "¿P...ero, p...or q...ue pinche Santa?". Y Santa Clos le responde: "Sabía que me lo preguntarías, así que traje tu singular cartita para responderte". Sacando entonces la carta de referencia que Pepito le había mandado procede a leerla: "Querido Santa, se que no me he portado bien este año, pero me ¡ME VALE ...ADRE! Y quiero un patín del diablo ¡¡¡Nada más por mis "aquellos"!!!"
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