EL TIEMPO DE MIS ABUELOS
EL TIEMPO DE MIS ABUELOS
En función a lo escrito hace dos días, me obligo a hacer un comparativo de nuestra época con aquella, ahora vista a la distancia, idílica de nuestros abuelos, pues, en los sesentas, cuando de niño visitaba a mi abuelita Carlota, no se sabía en lo absoluto de que los viejitos se suicidaran y mucho menos que éstos cayeran en depresiones, pues había todo un ejército de familiares detrás de ellos dispuesto a echarles "montón" para sacarlos siempre adelante. Los asilos de ancianos, salvo creo el de la Cruz Roja, no existían. Si, había gente (muy poca) de aspecto indigente en la ciudad, pero, tenían su forma de vivir, no se quedaban tirados en la calle como ahora se ve tan comúnmente esas escenas, como en el caso del llamado "escuadrón de la muerte".
Los ancianos en aquella década todavía tenían mando y representación, o sea, lo que hoy sólo se conoce en nombre: el respeto por parte de toda la comunidad.
EL QUEJUMBROSO DE DON GILBERTO
Creo ya en nuestra generación, la anterior vio lo que se avecinaba, en función a que un tío político, esposo de una de mis tías, se quejaba acremente con, y de, la gente menuda de la familia que tanto acudíamos a la casa de la tía Luz, recuerdo decía: "¡Que bárbaros, chamacos!, qué mal educados están, ya no saben ustedes ninguna norma de urbanidad, andan muy mal. Son ustedes unos salvajes y faltos de civismo. Antes, cuando un profesor se aventaba un "aire", los alumnos decíamos con respeto: 'Salud buen anciano'. Hoy, un maestro se echa un aire y los alumnos le gritan: '¡Saco viejo pendejo!'. Así de acre estaban las quejumbres de aquel ya ido tío político.
ESTAMOS EN UN EXTREMO FEO
Y, desafortunadamente hemos llegado a extremos tales, que vemos como en muchas escuelas del país ahora se les debe revisar a los alumnos las mochilas para ver que no lleven drogas y armas, cuando antes, claro, no éramos unos santos, pues hacíamos luego cada diablura en los colegios, pero éstas eran precisamente parte del encanto de la vida estudiantil, pero, no se llegaba nunca a los extremos que hoy hay, como faltarle al respeto a los maestros o, que los maestros falten a su investidura. Hoy hasta los vemos de porros y terroristas urbanos, como sucede con las protestas en el Distrito Federal, en donde dan ejemplo de todo menos de una conducta adecuada para poder vivir pacíficamente en comunidad.
"LLORABAN A RATOS" ¡Y NADAMÁS!
Mis ancestros, que yo recuerde, jamás los vi tomar ningún tipo de antidrepresivo, ansiolítico, salvo, las pastillas de la presión arterial y eso fue en la década de los ochenta, cuando se puso de moda ir cotidianamente al médico, pues antes, salvo casos de gravedad se iba al galeno, lo que hoy se cura con kilos y kilos de medicina, antes se trataba con los llamados remedios de la abuela, desde la viruela, el sarampión y pasando por la paperas. Y que yo recuerde, nadie de nuestra generación, curados con tales remedios, quedó loco, traumado, deforme o se murió. Ahí estábamos la bola de chamacos salvajes otra vez corriendo por toda la calle una vez pasada la enfermedad, eso sí, supervisada bajo la recia disciplina materna de chancla o cinturón en mano si no llevaba uno el tratamiento bajo la estricta norma, y ¡No pasaba nada!
LA GENTE HASTA SE HA OLVIDADO DE CANTAR
Mi abuela, tías y Mein Führer, jamás de los jamases estuvieron "depres", hasta organizaban fiestas con aquellos discos negros de "33 revoluciones" o cantaban a la par con la radio, arrancándose por lo regular a bailar "Nereidas" u otro danzón muy del agrado de ellas; recuerdo hasta cantaban en lo que hacían sus quehaceres. En el presenta a la gente se le ha olvidado hasta eso, cantar. Anda más preocupada por ver qué asesinato o violación suceden el siguiente episodio de la telenovela de moda, que en su aspecto personal. Y por la misma, lógicamente, van todos sus dependientes, entiéndase hijos, buscando sólo el estímulo visual y de ahí el corporal, de manera fácil y externa. Pues hemos descuidado ese crecimiento interno que de manera natural e intuitiva, por carecer de tanto satisfactor externo, como lo tiene ahora la comunidad, lo llevaban a cabo nuestros padres y abuelos.
NO SE TOMABA TANTA MEDICINA Y SE ESTABA SANO
Hoy, todo se ve con el médico, desde el psicólogo, el psicoanalista, el pediatra, el ginecólogo, los otorrinos, etc., y al final terminamos con kilos y kilos de interminables medicinas por ingerir. Lo peor de esto es que tal práctica incluye a los niños. ¡Hombre!, cuando que antes, con unos cuantos guamazos en la calle o una caída de un árbol, todo se solucionaba.
PREPAREN EL MERCEDES BENZ
¡Dentro de un mes es mi cumple! Irrumpo en la "idílica" edad de los ¡55 años!
http: //losbuenosdias.blogspot.com
correo: losbuenosdias @gmail.com
Comparte fotos y videos mientras chateas en Messenger.
En función a lo escrito hace dos días, me obligo a hacer un comparativo de nuestra época con aquella, ahora vista a la distancia, idílica de nuestros abuelos, pues, en los sesentas, cuando de niño visitaba a mi abuelita Carlota, no se sabía en lo absoluto de que los viejitos se suicidaran y mucho menos que éstos cayeran en depresiones, pues había todo un ejército de familiares detrás de ellos dispuesto a echarles "montón" para sacarlos siempre adelante. Los asilos de ancianos, salvo creo el de la Cruz Roja, no existían. Si, había gente (muy poca) de aspecto indigente en la ciudad, pero, tenían su forma de vivir, no se quedaban tirados en la calle como ahora se ve tan comúnmente esas escenas, como en el caso del llamado "escuadrón de la muerte".
Los ancianos en aquella década todavía tenían mando y representación, o sea, lo que hoy sólo se conoce en nombre: el respeto por parte de toda la comunidad.
EL QUEJUMBROSO DE DON GILBERTO
Creo ya en nuestra generación, la anterior vio lo que se avecinaba, en función a que un tío político, esposo de una de mis tías, se quejaba acremente con, y de, la gente menuda de la familia que tanto acudíamos a la casa de la tía Luz, recuerdo decía: "¡Que bárbaros, chamacos!, qué mal educados están, ya no saben ustedes ninguna norma de urbanidad, andan muy mal. Son ustedes unos salvajes y faltos de civismo. Antes, cuando un profesor se aventaba un "aire", los alumnos decíamos con respeto: 'Salud buen anciano'. Hoy, un maestro se echa un aire y los alumnos le gritan: '¡Saco viejo pendejo!'. Así de acre estaban las quejumbres de aquel ya ido tío político.
ESTAMOS EN UN EXTREMO FEO
Y, desafortunadamente hemos llegado a extremos tales, que vemos como en muchas escuelas del país ahora se les debe revisar a los alumnos las mochilas para ver que no lleven drogas y armas, cuando antes, claro, no éramos unos santos, pues hacíamos luego cada diablura en los colegios, pero éstas eran precisamente parte del encanto de la vida estudiantil, pero, no se llegaba nunca a los extremos que hoy hay, como faltarle al respeto a los maestros o, que los maestros falten a su investidura. Hoy hasta los vemos de porros y terroristas urbanos, como sucede con las protestas en el Distrito Federal, en donde dan ejemplo de todo menos de una conducta adecuada para poder vivir pacíficamente en comunidad.
"LLORABAN A RATOS" ¡Y NADAMÁS!
Mis ancestros, que yo recuerde, jamás los vi tomar ningún tipo de antidrepresivo, ansiolítico, salvo, las pastillas de la presión arterial y eso fue en la década de los ochenta, cuando se puso de moda ir cotidianamente al médico, pues antes, salvo casos de gravedad se iba al galeno, lo que hoy se cura con kilos y kilos de medicina, antes se trataba con los llamados remedios de la abuela, desde la viruela, el sarampión y pasando por la paperas. Y que yo recuerde, nadie de nuestra generación, curados con tales remedios, quedó loco, traumado, deforme o se murió. Ahí estábamos la bola de chamacos salvajes otra vez corriendo por toda la calle una vez pasada la enfermedad, eso sí, supervisada bajo la recia disciplina materna de chancla o cinturón en mano si no llevaba uno el tratamiento bajo la estricta norma, y ¡No pasaba nada!
LA GENTE HASTA SE HA OLVIDADO DE CANTAR
Mi abuela, tías y Mein Führer, jamás de los jamases estuvieron "depres", hasta organizaban fiestas con aquellos discos negros de "33 revoluciones" o cantaban a la par con la radio, arrancándose por lo regular a bailar "Nereidas" u otro danzón muy del agrado de ellas; recuerdo hasta cantaban en lo que hacían sus quehaceres. En el presenta a la gente se le ha olvidado hasta eso, cantar. Anda más preocupada por ver qué asesinato o violación suceden el siguiente episodio de la telenovela de moda, que en su aspecto personal. Y por la misma, lógicamente, van todos sus dependientes, entiéndase hijos, buscando sólo el estímulo visual y de ahí el corporal, de manera fácil y externa. Pues hemos descuidado ese crecimiento interno que de manera natural e intuitiva, por carecer de tanto satisfactor externo, como lo tiene ahora la comunidad, lo llevaban a cabo nuestros padres y abuelos.
NO SE TOMABA TANTA MEDICINA Y SE ESTABA SANO
Hoy, todo se ve con el médico, desde el psicólogo, el psicoanalista, el pediatra, el ginecólogo, los otorrinos, etc., y al final terminamos con kilos y kilos de interminables medicinas por ingerir. Lo peor de esto es que tal práctica incluye a los niños. ¡Hombre!, cuando que antes, con unos cuantos guamazos en la calle o una caída de un árbol, todo se solucionaba.
PREPAREN EL MERCEDES BENZ
¡Dentro de un mes es mi cumple! Irrumpo en la "idílica" edad de los ¡55 años!
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