LAS CADENAS

LAS CADENAS
Por lo regular conocemos con tal nombre a toda acción que conlleva una secuencia ininterrumpida y lógicamente viene del vocablo "cadena", la cual designa a ese objeto fabricado por el hombre que en infinidad de ocasiones se ha utilizado y utiliza para privar de la libertad a animales y semejantes. Pero, no es mi intención hablar de este último tipo de cadenas sino de las que se envían ahora por correo electrónico. En el reciente pasado también existieron las "cadenas" enviadas vía correo postal; recuerdo cuando alguna llegaba a casa, mi madre sencillamente las tiraba a la basura en virtud de que carecía de tiempo para estar contestando y haciendo el juego a tan ruines formas de inversión de tiempo de gente sin quehacer. En tales misivas se señalaba iban a suceder un sin fin de calamidades si no se procedía a realizar la copia y envió del mismo texto a veinte o más personas. En casa, entonces aprendimos a ignorar y hasta tomar en mofa tales "cadenas".
ES CÓMODO AMAR LO QUE NO SE VE
Bueno, con la modernidad no ha cambiado tal acción de la gente sin quehacer por ver qué hacer con un tiempo que les sobra y es realmente sorpresivo ver la cantidad de basura que se envía ahora vía ciberespacio. Claro, las cadenas son lo menos, pues vemos, incluso, se cometen vía este sistema hasta crímenes deleznables, como la pederastia y toda una bola de cosas negativas que sólo la mente humana es capaz de crear.
Y, de entre las cadenas, existen algunas que se podrían calificar de "bonitas" y estimulantes, pero, éstas son las menos, y sinceramente considero se trata sólo de dar rienda suelta a toda esa energía acumulada y mal manejada en el interior del cuerpo humano, con el único afán de sentirnos piadosos en forma cómoda, sin tener que intervenir en nada.
Es terrible ver como a través de este tipo de comunicación los humanos confirmamos ese decir expresado en este espacio ya en varias ocasiones, el cual define muy bien nuestra época, emitida por Rutherford D. Rogers: "Nos ahogamos en información y estamos hambrientos de saber". O incluso la del pensador francés Rochefaoucauld, del siglo XVII: "Damos consejos, pero no inspiramos conducta...".
NI NOS PREOCUPAMOS
Un claro ejemplo de lo que les digo, de ese "desfogue" de energía "pía" en que se ha convertido el mandar toda esa gama de cadenas evitando así entrar a enfrentar los hechos ahí recomendados lo es el suicidio de Goyo Mondongo, que hasta me recuerda la novela de Ernesto Heminway, "Por quien doblan las campanas", en cuya entrada se lee: "Nadie es una isla completa en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.". Pues, es incuestionable el pobre amigo se quitó la vida en función a la espantosa depresión anímica que padecía y ¿cuántos de los que nos dijimos sus amigos o conocidos en alguna ocasión nos preocupamos por irlo a visitar o buscarlo?, ninguno.
¿HEMOS LLEGADO A "UN MUNDO FELIZ"?
Yo lo conocí, venía a las oficinas del periódico a poner anuncios y pasaba a verme con motivo de lo que luego escribía yo sobre el Veracruz que ya se fue y la querida Tlacotalpan; siempre jocoso, proyectando una actitud positiva y sobre todo ¡Sonriente! ¿Qué le pasó?, la edad y la época incuestionablemente lo atraparon, se fue quedando solo porque los de su generación se fueron yendo y no encontró siquiera con quién platicar.
Pero, les digo, esto desafortunadamente es el signo de los tiempos en todo el mundo. Pareciera con la "modernidad" llegó también el aislamiento del hombre mismo, pues, incuestionablemente vivimos rodeados de mucha gente, pero, como no debemos y mucho menos podemos expresar nuestro sentir, vamos deambulando por ahí con toda una gama de situaciones que a la postre nos llevan al consumo de algún ansiolítico o antidepresivo. El "soma" que muy visionariamente describe Aldous Huxley en "Un mundo feliz" a principios del siglo XX.
En fin, que conste me estoy incluyendo en la lista de los "felices", pero, en lo absoluto de los "cadeneros", pues ojalá en lugar de andar enviando cadenas pasáramos a los hechos, a poner en práctica eso que con tanta vehemencia enviamos cómodamente por el ciberespacio: "ayudar al prójimo". Y tal vez, con tal práctica, sobre la marcha, dejemos los ansiolíticos y antidepresivos, que en el mundo entero van al alza en forma por demás impresionante.
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