¡HOMBRE! QUE EL TIEMPO HA PASADO

¡HOMBRE! QUE EL TIEMPO HA PASADO
Hace como dos días, tomando el curso normal de mis periplos urbanísticos, pasé por 16 de Septiembre y Altamirano, viendo con gran sorpresa la que de infantes, jóvenes y adultos de mi ex barrio de Iturbide y Hdz. y Hdz., llamábamos "la casa de los chinos", en virtud a estar todo el exterior con terminaciones de la arquitectura de aquellos lares ¡Está siendo demolida! Tal acción me llevó a concluir de que definitivamente el tiempo ha pasado y aquel Veracruz, ya no de la noche tibia y callada, sino del que tanta alharaca hiciéramos, el de las décadas de los sesenta no sólo llega a su fin, sino prácticamente a su desaparición.
TAL PENSAR DEBIERON TENER LOS JAROCHOS DEL XIX Y XX
Ni nuda cabe que de la misma forma en como pensamos ahora respecto a este tipo de edificaciones que tan significativas son indiscutiblemente para la ciudad en función a que representan una época, pero que deben ceder paso a las grandes edificaciones de estructura metálica, vidrio, tabla roca y madera aglutinada; así pensaron los veracruzanos de mediados del siglo XIX, la primera mitad del siglo XX y sobre todo en la década de los sesenta cuando echaran abajo la muralla, infinidad de edificios históricos, como aquel en donde se firmaran las Leyes de Reforma y un sin fin de edificaciones "echas de mar", pues sus paredes eran a base de la piedra mucar, que a falta de canteras se sacó de los arrecifes cercanos a la costa, pero, encontraron su final para "airear" la ciudad y dar paso a la modernidad, que hoy tanto lamentamos al haberse perdido así un sin fin de piezas de la colonia, de un valor arquitectónico invaluable (hoy el INAH es la precursora de aquella moda, pero con un estilo lento, para que le de tiempo a varias generaciones de veracruzanos ver cómo se va exterminando, lenta, pero inexorablemente el patrimonio histórico de la ciudad). Pero, había que aprovechar los predios y hoy, nuestro centro histórico, en su mayoría lo conforman una gama de edificios cuadrados y muy, pero muy feos, sobre todo por lo mal cuidado que están.
¡QUE BONITA ERA TODA ESA ZONA! HOY HAY PURO CONDOMINIO
Pero, retornando a la "casa de los chinos", ni duda cabe, con esa casa se va toda una época de nuestra ciudad. Frente a esta casa se encuentra aún una de las sobrevivientes de esta generación, que se está dedicada ahora a un negocio de venta de chucherías, pero, al menos la casa se preserva. Pero, de todas esas señoriales residencias que se construyeron en la década de los cuarenta y cincuenta en nuestra ciudad, sobre el boulevard Avila Camacho, hasta donde estaba la casa del hermano del entonces Presidente de la República, el general Maximino Avila Camacho, que hoy es la sede de un colegio particular, en el presente sobreviven una cuantas, pero en su mayoría son hoy albergue de bancos o negocios de gastronomía.
UNICAMENTE DOS CASAS QUEDAN DE AQUELLA EPOCA DORADA
Sólo quedan dos casonas de aquellos tiempos sobre el boulevard, que aún son casas habitación, ambas se encuentran al parecer habitadas y las dos están entre Altamirano y Xicoténcatl. Una, tiene tipo californiano, pero, hace algún tiempo su barda perimetral fue levantada y sólo se ve desde el exterior un balcón y eso sí, mucha vegetación. La otra, se encuentra a un callejón de por medio de ésta y conserva su barda de hierro forjado, luciendo siempre impecable; se ve sus propietarios se esmeran en su conservación. Yo de vez en cuando he visto a un grupo de señoras ya mayores reunidas en la terraza cuyo techo la sostienen unas columnas a mi gusto grecolatinas que le dan muy bonita vista, pero se ve amplia a cual más. Excuso decirles todo el conjunto habitacional luce magnífico, dando constancia de aquel maravilloso Veracruz, ahí si, de la noche tibia y calla al que le cantara Lara.
¡EL TRANVIA! OTRA MARAVILLA QUE DEJAMOS PERDER
Recuerdo muy bien toda esta zona en virtud de que era un deleite en mi infancia regresar después de haber acompañado a mi mamá al mercado, ya bien en el Villa del Mar o en el Villa Bravo (y si era en el tranvía abierto, también llamado de "caballito", por la forma en como se mecía al llevar "velocidad crucero"- era aún más placentero), todo un agasajo ir viendo por un lado el muro, la playa y el mar y por el otro todas estas solariegas casonas, que reitero, fueron testigos de ese Veracruz de casas estilo californiano, con tejas y todo el asunto, que hoy cede paso a las grandes edificaciones de estructuras de acero, muros falsos, electricidad a plenitud (y carísima), con elevadores para inquilinos y los de servicio, con sótanos para estacionar uno o dos carros, etc.
TRATARE DE HUIR DEL HIERRO Y EL HORMIGÓN
Tal vez me estoy quedando atrapado en el tiempo, pero, cuando voy a pescar hasta donde el horizonte comienza, siempre me ha gustado ver desde tal sitio, la parte de Veracruz con pocos edificios, en comparación con y la zona de Boca del Río testa de las grandes edificaciones de condominios. Pero hoy, con el signo de los tiempos, la zona costera de nuestra querida ciudad también levanta el vuelo hacia el cielo en la figura de las grandes edificaciones, que a mí en lo personal no me gustan un tantito, pues son tan impersonales que hasta parece se está en la impersonal ciudad de México. Por ello y en virtud de que mi casa en la Colonia Centro de nuestra ciudad está harto grande para quien esto escribe, haré lo posible para irme a vivir por el rumbo a Medellín (dentro del municipio de Veracruz ¡Jarochilandia por siempre!), en donde aún se respira provincia jarocha, cien por ciento veracruzana, donde pueda hacer una casa de tres habitaciones, todo planta baja y un gran patio donde sembrar árboles frutales para seguirme sintiendo en Veracruz, alejado de tanto hierro y hormigón, así como de tanta gente de cara nueva que quién sabe quiénes serán ¿A poco no?

Correo: losbuenosdias@gmail.com

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