"¿NO VAN A LEVANTAR LA CRUZ?"
"¿NO VAN A LEVANTAR LA CRUZ?"
Tal pregunta me la hizo un amigo en función a que hoy se cumple el novenario dedicado a la muerte de mi madre, a lo que respondí "No sé, déjeme preguntar a mis hermanos". Y en consenso general amén de por unanimidad mis fraternos dijeron: ¡No!
A DIOS SEAN DADAS LAS GRACIAS NUNCA HABLABA DE COSAS LUCTUOSAS
Y la negativa se debe a que no obstante en la familia hemos tenido varias "bajas", mi madre nunca nos condicionó a morir. Claro, estamos conscientes de que algún día todos marcharemos, unos primero y otros después, pero, como que el fenómeno de la muerte no le hacía mucha gracia a la autora de mis días. Incluso, estando ella enferma nunca dramatizó el hecho y estuvo consciente de que su fin de acercaba.
OTRO POCO Y NOS CORREN CON TODO Y MADRE DEL HOSPITAL
Su temple y amor por la vida estuvo presente siempre, que hasta los ocho hijos supérstites en rededor de ella, en función a que comenzó doña Elvira a encargar a unos con otros (yo me rayé, no me dejó a nadie encargado), arrancamos a repartirnos la "heredad", quien no pedía un sillón pedía algún cuadro y hasta el perico; en eso, con ganas más que nada de fastidiar a mi madre, le dije: "La máquina de coser se me queda a mí porque yo te la regalé". Estando sentado a la derecha de su cama, volteó, me miró con severidad y me espetó: "¿Y tú para qué la quieres? ¡si ni vieja tienes!". Excuso decirles las carcajadas volaron por todo el cuarto.
Hubo ocasiones durante los siete días de estadía de mi madre en el San Francisco, en que sinceramente llegué a pensar las religiosas iban a entrar a callarnos por el nada ortodoxo ambiente de hospital que llegó a privar en el 210 donde estaba internada mi mamá.
SIEMPRE ME CORRIA Y SIEMPRE MANDABA POR MI
Para variar y como siempre, me dediqué a estarle chupando la hemoglobina cada vez que entraba yo al cuarto, e invariablemente terminaba mi madre por echarme del mismo para pedir dos o tres horas después a mis hermanas que me convocaran ante su presencia.
Si, físicamente mi madre se ha marchado y lamentablemente no la tendremos más, pero, su fuerte personalidad sigue entre nosotros, algo así como si sólo se hubiese ido de viaje con alguno de mis hermanos o hermanas.
NUNCA VISTIO DE NEGRO, NI CUANDO MURIO MI ABUELITA
A ella nunca le gustó guardar luto. Y nunca, realmente ¡Nunca!, ni siquiera para ir de fiesta, salvo sus zapatos, jamás vistió de negro, como tampoco de blanco completo. Le gustaban mucho los colores alegres, vivos, estampados. Cuando más seria vestía era de color café y eso con alguna blusa que le fuera a la alegría.
IBA A LA IGLESIA PERO NO ERA ORTODOXA COMO LAS DE SU GENERACION
Es más, señoras de su generación eran de ir en cada Semana Santa todos los días a la iglesia y rezar en casa; en cambio ella organizaba las idas a la playa en esos días, tal y como lo hacía durante el año en los fines de semana, cuando, acompañada de alguna vecina llevaban a todo le chamaquerío a bañarnos, ya bien al Playón o a Villa del Mar. El único día de Semana Santa que iba ella a la Iglesia era el Viernes Santo, pero no nos obligaba a acompañarla y junto con sus comadres partía rumbo al Sagrado Corazón de Jesús. Eso sí, entre risas y algarabía nos lanzaba la amenaza de por ir ese día específico nosotros a la playa nos convertiríamos en pescados, siendo tal admonición el equivalente de: "¡Al ataque!". Pues detrás de ella salíamos todos en pos de la playa. A la fecha nada de eso sucedió, pues aquí andamos todos sus renacuajos dando guerra aún.
SIEMPRE COMPRABA LA "PALMITA" Y AÑOS DESPUES LOS "RECUERDOS"
¡Ah! rectifico, también los Domingos de Ramos iba, pues era tradición comprar la "palma" que lucía todo el año en el altar que tenía ella en casa. Después, cuando cada uno de sus hijos tomó rumbo para donde mejor quiso o le plugo, se dedicaba a comprarnos los Domingo de Ramos "palomitas" o figuras sacras hechas de palma, mismas que iban a parar al espejo retrovisor de nuestros automóviles. Afortunadamente yo conservo por ahí una o dos, incluyendo la del año pasado, misma que utilizaré en tanto duren estos adminículos.
Y porque no era muy versada en la poesía, si no estoy seguro se hubiese identificado con "La Saeta", de Antonio Machado, en la parte donde dice el poeta:
"¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No quiero cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!"
NO, NO "LEVANTAREMOS" NINGUNA CRUZ, A MI MAMA NO LE AGRADARIA
No, no vamos a levantar cruz alguna porque a mi madre no le gustaba tal costumbre. E insisto, como a ella no le gustaba nada que fuera tristeza o muerte, por ello le dedicamos sus nueve misas en la Estela Maris y de ahí una cada mes hasta completar el cabo de año.
"TODO ESO ME LO DAS PARA COMÉRMELO O ECHÁRMELO ENCIMA"
Cuando estaba la pregunta entre mis hermanas y hermanos sobre lo del "levantamiento de la cruz" y en virtud a la respuesta, les dije a ellos, recordaba, cuando de pronto, sobre alguna plática coloquial con mi madre, inducía yo el tema funerario con toda la "sana" intención de fastidiarla, prometiéndole siempre que cuando ella muriera mandarle hacer un gran y costoso monumento de mármol puro para perpetuar su memoria, a lo que ella de manera inalterablemente y con pretendido gesto adusto me respondía: "¡Nada de eso recabrón!, lo que te vaya a costar el monumento me lo das ahora para echármelo encima o comérmelo y olvídate de andar embelleciendo tumbas". Como era lógico, la respuesta esperada me arrancaba la carcajada correspondiente.
SI, SI ES Y FUE UNA BENDICIÓN HABERLA DISFRUTADO TANTO
Como podrán ver, extraño a mi madre, pero, pareciera la tengo aún conmigo. Hoy comprendo efectivamente fue una bendición haberla disfrutado tanto tiempo haciéndole la vida "imposible" y ella a mí. Y haberle proporcionado en vida junto con todos mis demás hermanos y hermanas un grato nivel de existencia que indiscutiblemente ella disfrutó a plenitud. Por lo tanto, todo, para y con la autora de nuestros días, fue como dijera Ana María Rabatte: "En vida hermano, en vida".
Correo: losbuenosdias@gmail.com
Tal pregunta me la hizo un amigo en función a que hoy se cumple el novenario dedicado a la muerte de mi madre, a lo que respondí "No sé, déjeme preguntar a mis hermanos". Y en consenso general amén de por unanimidad mis fraternos dijeron: ¡No!
A DIOS SEAN DADAS LAS GRACIAS NUNCA HABLABA DE COSAS LUCTUOSAS
Y la negativa se debe a que no obstante en la familia hemos tenido varias "bajas", mi madre nunca nos condicionó a morir. Claro, estamos conscientes de que algún día todos marcharemos, unos primero y otros después, pero, como que el fenómeno de la muerte no le hacía mucha gracia a la autora de mis días. Incluso, estando ella enferma nunca dramatizó el hecho y estuvo consciente de que su fin de acercaba.
OTRO POCO Y NOS CORREN CON TODO Y MADRE DEL HOSPITAL
Su temple y amor por la vida estuvo presente siempre, que hasta los ocho hijos supérstites en rededor de ella, en función a que comenzó doña Elvira a encargar a unos con otros (yo me rayé, no me dejó a nadie encargado), arrancamos a repartirnos la "heredad", quien no pedía un sillón pedía algún cuadro y hasta el perico; en eso, con ganas más que nada de fastidiar a mi madre, le dije: "La máquina de coser se me queda a mí porque yo te la regalé". Estando sentado a la derecha de su cama, volteó, me miró con severidad y me espetó: "¿Y tú para qué la quieres? ¡si ni vieja tienes!". Excuso decirles las carcajadas volaron por todo el cuarto.
Hubo ocasiones durante los siete días de estadía de mi madre en el San Francisco, en que sinceramente llegué a pensar las religiosas iban a entrar a callarnos por el nada ortodoxo ambiente de hospital que llegó a privar en el 210 donde estaba internada mi mamá.
SIEMPRE ME CORRIA Y SIEMPRE MANDABA POR MI
Para variar y como siempre, me dediqué a estarle chupando la hemoglobina cada vez que entraba yo al cuarto, e invariablemente terminaba mi madre por echarme del mismo para pedir dos o tres horas después a mis hermanas que me convocaran ante su presencia.
Si, físicamente mi madre se ha marchado y lamentablemente no la tendremos más, pero, su fuerte personalidad sigue entre nosotros, algo así como si sólo se hubiese ido de viaje con alguno de mis hermanos o hermanas.
NUNCA VISTIO DE NEGRO, NI CUANDO MURIO MI ABUELITA
A ella nunca le gustó guardar luto. Y nunca, realmente ¡Nunca!, ni siquiera para ir de fiesta, salvo sus zapatos, jamás vistió de negro, como tampoco de blanco completo. Le gustaban mucho los colores alegres, vivos, estampados. Cuando más seria vestía era de color café y eso con alguna blusa que le fuera a la alegría.
IBA A LA IGLESIA PERO NO ERA ORTODOXA COMO LAS DE SU GENERACION
Es más, señoras de su generación eran de ir en cada Semana Santa todos los días a la iglesia y rezar en casa; en cambio ella organizaba las idas a la playa en esos días, tal y como lo hacía durante el año en los fines de semana, cuando, acompañada de alguna vecina llevaban a todo le chamaquerío a bañarnos, ya bien al Playón o a Villa del Mar. El único día de Semana Santa que iba ella a la Iglesia era el Viernes Santo, pero no nos obligaba a acompañarla y junto con sus comadres partía rumbo al Sagrado Corazón de Jesús. Eso sí, entre risas y algarabía nos lanzaba la amenaza de por ir ese día específico nosotros a la playa nos convertiríamos en pescados, siendo tal admonición el equivalente de: "¡Al ataque!". Pues detrás de ella salíamos todos en pos de la playa. A la fecha nada de eso sucedió, pues aquí andamos todos sus renacuajos dando guerra aún.
SIEMPRE COMPRABA LA "PALMITA" Y AÑOS DESPUES LOS "RECUERDOS"
¡Ah! rectifico, también los Domingos de Ramos iba, pues era tradición comprar la "palma" que lucía todo el año en el altar que tenía ella en casa. Después, cuando cada uno de sus hijos tomó rumbo para donde mejor quiso o le plugo, se dedicaba a comprarnos los Domingo de Ramos "palomitas" o figuras sacras hechas de palma, mismas que iban a parar al espejo retrovisor de nuestros automóviles. Afortunadamente yo conservo por ahí una o dos, incluyendo la del año pasado, misma que utilizaré en tanto duren estos adminículos.
Y porque no era muy versada en la poesía, si no estoy seguro se hubiese identificado con "La Saeta", de Antonio Machado, en la parte donde dice el poeta:
"¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No quiero cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!"
NO, NO "LEVANTAREMOS" NINGUNA CRUZ, A MI MAMA NO LE AGRADARIA
No, no vamos a levantar cruz alguna porque a mi madre no le gustaba tal costumbre. E insisto, como a ella no le gustaba nada que fuera tristeza o muerte, por ello le dedicamos sus nueve misas en la Estela Maris y de ahí una cada mes hasta completar el cabo de año.
"TODO ESO ME LO DAS PARA COMÉRMELO O ECHÁRMELO ENCIMA"
Cuando estaba la pregunta entre mis hermanas y hermanos sobre lo del "levantamiento de la cruz" y en virtud a la respuesta, les dije a ellos, recordaba, cuando de pronto, sobre alguna plática coloquial con mi madre, inducía yo el tema funerario con toda la "sana" intención de fastidiarla, prometiéndole siempre que cuando ella muriera mandarle hacer un gran y costoso monumento de mármol puro para perpetuar su memoria, a lo que ella de manera inalterablemente y con pretendido gesto adusto me respondía: "¡Nada de eso recabrón!, lo que te vaya a costar el monumento me lo das ahora para echármelo encima o comérmelo y olvídate de andar embelleciendo tumbas". Como era lógico, la respuesta esperada me arrancaba la carcajada correspondiente.
SI, SI ES Y FUE UNA BENDICIÓN HABERLA DISFRUTADO TANTO
Como podrán ver, extraño a mi madre, pero, pareciera la tengo aún conmigo. Hoy comprendo efectivamente fue una bendición haberla disfrutado tanto tiempo haciéndole la vida "imposible" y ella a mí. Y haberle proporcionado en vida junto con todos mis demás hermanos y hermanas un grato nivel de existencia que indiscutiblemente ella disfrutó a plenitud. Por lo tanto, todo, para y con la autora de nuestros días, fue como dijera Ana María Rabatte: "En vida hermano, en vida".
Correo: losbuenosdias@gmail.com
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