AQUELLAS CHARLAS FAMILIARES Y LA ACTUAL MATRIARCA
AQUELLAS CHARLAS FAMILIARES Y LA ACTUAL MATRIARCA
Con motivo de que el próximo lunes se conmemora el "cabo de año" del deceso de mi augusta madre, ya han comenzado a llegar algunos de mis hermanos para efectos de la misa a celebrarse en tal día; una de las llegantes ha sido mi hermana Meche, la cual es ahora el factor de unión entre los hijos supérstites de Mein Führer, y, con motivo de su llegada ya hemos logrado reunirnos más o menos en determinadas ocasiones varios de los integrantes de la familia. Pero, la intención de escribir al respecto no es para contar por enésima vez la historia de mi vida (que es tan sencilla y escueta que la pienso editar en cuatro tomos -vamos a ver quién lo compra), sino, permitirme hacer la observación de como dentro de la modernidad y los adelantos, se ha ido olvidando de manera por demás irresponsable la esencia de estas reuniones familiares que antaño eran el común denominador en todas las familias. O al menos entre las que yo me crié (¡Y miren que son muchísimas!).
¡QUE RICO SE PLATICABA EN MI CASA!
Recuerdo con gran nostalgia aquellas reuniones que se hacían cuando llegaba mi papá, mis hermanos los mayores (que ya habían dejado el hogar por cuestiones naturales de ir buscando cada quien su propio derrotero) y los menores asistíamos a tales encuentros en actitud de embelezo al estar escuchando toda una serie de anécdotas, sucesos, consejos, chistes, dicharachos y una auténtica gama de hazañas que contribuían inconscientemente a la identidad familiar. En ocasiones tales reuniones eran sorprendidas por la aurora y era el momento de preparar más café para continuar con los comentarios y siguiera la risa, la carcajada, el buen, cuanto sano ambiente y el asombro.
CREO EL FENOMENO ES GENERALIZADO
Esto, no sé si sea sólo en mi familia, pero, creo se ha ido perdiendo de manera terrible, pues la prisa, el salir corriendo hacia el antro, ir a ver el nuevo equipo de cómputo que adquirió el amigo o el automóvil que le compraron a fulano, o definitivamente salir al consumo inmisericorde a todas esas plazas comerciales que amenazan con ahogar a toda mancha urbana en el mundo, han dado al traste estas espontáneas cuanto enriquecedoras reuniones familiares.
¡QUE PADRE CONVIVIMOS HACE DOS DÍAS! ¡Y LO REPETIREMOS!
El convivir con mi sobrino Pepito, su esposa, su hija "La Borona" (una niña de apenas diez meses de nacida pero que tiene una gran simpatía y encanto), mi hermano Gerardo, mi hermana Edna, lógico, con Meche, la ocasión de tal reunión, fue el preámbulo para la que esperamos tener de manera masiva y contundente el próximo viernes (¡Día de mi descanso!) y pasarnos el día juntos, desde el desayuno hasta la comida, amenazando quedarnos platicando y fregando gente hasta bien entrada la noche.
ESO ERA LO QUE LE DABA COHESIÓN E INTEGRIDAD A LA FAMILIA
Esto es ahora como algo realmente raro, pero, en mis épocas de niño se hacía a menudo, sobre todo en esa también olvidada costumbre de "ir a visitar a la familia", pues en llegando las tías o mi abuelita Carlota, se armaba toda una romería. El cariño, respeto y admiración que sentíamos por mi "agüelita" nos motivaba en automático a estar en torno a ella. No fue ninguna universitaria y mucho menos una mujer letrada, pero, esa sabiduría que da la vida, sobre todo cuando se lleva con la reciedumbre y rectitud con que lo hiciera mi "agüe", le daba autoridad moral y toda la sabiduría del mundo para aprenderle toda una gama de lecciones para el buen vivir.
EN EL PRESENTE, ANTE UNA VISITA SE PRENDEN FOCOS ROJOS
Hoy ya nadie visita a nadie y en cuanto raramente llega una visita a casa antes se saca el "periscopio", en función a la alerta ante la posibilidad de que el "visitante" traiga una bronca para compartir o ser resuelta o viene a pedir prestado. O sea, de una forma u otra se ha perdido aquella mística de las enriquecedoras reuniones familiares, tan, pero tan entretenidas y de alta formación para el espíritu familiar.
LA NAVIDAD, EJEMPLO PRECLARO DE LA DEBACLE FAMILIAR
Incluso, hoy en las Navidades, otrora motivo de otra mega reunión familiar, los regalos, las fotos, la bola de chácharas que se le debe poner al árbol, ha dado al traste con el espíritu de la reunión. Ya ni se arrulla al Niño y lógicamente ni compadres se hacen ya en tales cenas. Habiéndose convertido hoy en un derroche y consumo hasta en la ropa que debe uno usar y la ingesta de alcohol es el común denominador, pero, lo más significativo de la "relajación de las costumbres" navideñas, lo representa el espantoso pavo relleno, así como el "fruitcake", horrendos inventos gringos "ambos dos" ¡Espantosos! ¡Tan rico el guajolote enchilianchado! ¿Se acuerdan? Y en lugar de la apertura de regalos (con los que nadie queda satisfecho o sencillamente luego son el puro reciclaje de lo guardado en el "closet" -ya no hay roperos- en años pasados de lo que no se usó).
LA VIDA ES SER, NO TENER
En fin, de alguna manera se debería revivir esa convivencia familiar y volver a infundir a las nuevas generaciones que es más importante el calor de hogar, la identidad familiar, la cortesía con los vecinos, que andar presumiendo el "Armani", el Oscar de la Renta, el Channel, el carro del año o andar en la pura frustración existencial porque no ha podido uno acceder a estos satisfactores inventados e impuestos por un sistema de consumo, que en si es el responsable de todo el desgarriate que hoy vive el género humano y que está dando como consecuencia, no sólo la destrucción del género mismo, sino del planeta en su conjunto.
correo: losbuenosdias @ gmail.com
Con motivo de que el próximo lunes se conmemora el "cabo de año" del deceso de mi augusta madre, ya han comenzado a llegar algunos de mis hermanos para efectos de la misa a celebrarse en tal día; una de las llegantes ha sido mi hermana Meche, la cual es ahora el factor de unión entre los hijos supérstites de Mein Führer, y, con motivo de su llegada ya hemos logrado reunirnos más o menos en determinadas ocasiones varios de los integrantes de la familia. Pero, la intención de escribir al respecto no es para contar por enésima vez la historia de mi vida (que es tan sencilla y escueta que la pienso editar en cuatro tomos -vamos a ver quién lo compra), sino, permitirme hacer la observación de como dentro de la modernidad y los adelantos, se ha ido olvidando de manera por demás irresponsable la esencia de estas reuniones familiares que antaño eran el común denominador en todas las familias. O al menos entre las que yo me crié (¡Y miren que son muchísimas!).
¡QUE RICO SE PLATICABA EN MI CASA!
Recuerdo con gran nostalgia aquellas reuniones que se hacían cuando llegaba mi papá, mis hermanos los mayores (que ya habían dejado el hogar por cuestiones naturales de ir buscando cada quien su propio derrotero) y los menores asistíamos a tales encuentros en actitud de embelezo al estar escuchando toda una serie de anécdotas, sucesos, consejos, chistes, dicharachos y una auténtica gama de hazañas que contribuían inconscientemente a la identidad familiar. En ocasiones tales reuniones eran sorprendidas por la aurora y era el momento de preparar más café para continuar con los comentarios y siguiera la risa, la carcajada, el buen, cuanto sano ambiente y el asombro.
CREO EL FENOMENO ES GENERALIZADO
Esto, no sé si sea sólo en mi familia, pero, creo se ha ido perdiendo de manera terrible, pues la prisa, el salir corriendo hacia el antro, ir a ver el nuevo equipo de cómputo que adquirió el amigo o el automóvil que le compraron a fulano, o definitivamente salir al consumo inmisericorde a todas esas plazas comerciales que amenazan con ahogar a toda mancha urbana en el mundo, han dado al traste estas espontáneas cuanto enriquecedoras reuniones familiares.
¡QUE PADRE CONVIVIMOS HACE DOS DÍAS! ¡Y LO REPETIREMOS!
El convivir con mi sobrino Pepito, su esposa, su hija "La Borona" (una niña de apenas diez meses de nacida pero que tiene una gran simpatía y encanto), mi hermano Gerardo, mi hermana Edna, lógico, con Meche, la ocasión de tal reunión, fue el preámbulo para la que esperamos tener de manera masiva y contundente el próximo viernes (¡Día de mi descanso!) y pasarnos el día juntos, desde el desayuno hasta la comida, amenazando quedarnos platicando y fregando gente hasta bien entrada la noche.
ESO ERA LO QUE LE DABA COHESIÓN E INTEGRIDAD A LA FAMILIA
Esto es ahora como algo realmente raro, pero, en mis épocas de niño se hacía a menudo, sobre todo en esa también olvidada costumbre de "ir a visitar a la familia", pues en llegando las tías o mi abuelita Carlota, se armaba toda una romería. El cariño, respeto y admiración que sentíamos por mi "agüelita" nos motivaba en automático a estar en torno a ella. No fue ninguna universitaria y mucho menos una mujer letrada, pero, esa sabiduría que da la vida, sobre todo cuando se lleva con la reciedumbre y rectitud con que lo hiciera mi "agüe", le daba autoridad moral y toda la sabiduría del mundo para aprenderle toda una gama de lecciones para el buen vivir.
EN EL PRESENTE, ANTE UNA VISITA SE PRENDEN FOCOS ROJOS
Hoy ya nadie visita a nadie y en cuanto raramente llega una visita a casa antes se saca el "periscopio", en función a la alerta ante la posibilidad de que el "visitante" traiga una bronca para compartir o ser resuelta o viene a pedir prestado. O sea, de una forma u otra se ha perdido aquella mística de las enriquecedoras reuniones familiares, tan, pero tan entretenidas y de alta formación para el espíritu familiar.
LA NAVIDAD, EJEMPLO PRECLARO DE LA DEBACLE FAMILIAR
Incluso, hoy en las Navidades, otrora motivo de otra mega reunión familiar, los regalos, las fotos, la bola de chácharas que se le debe poner al árbol, ha dado al traste con el espíritu de la reunión. Ya ni se arrulla al Niño y lógicamente ni compadres se hacen ya en tales cenas. Habiéndose convertido hoy en un derroche y consumo hasta en la ropa que debe uno usar y la ingesta de alcohol es el común denominador, pero, lo más significativo de la "relajación de las costumbres" navideñas, lo representa el espantoso pavo relleno, así como el "fruitcake", horrendos inventos gringos "ambos dos" ¡Espantosos! ¡Tan rico el guajolote enchilianchado! ¿Se acuerdan? Y en lugar de la apertura de regalos (con los que nadie queda satisfecho o sencillamente luego son el puro reciclaje de lo guardado en el "closet" -ya no hay roperos- en años pasados de lo que no se usó).
LA VIDA ES SER, NO TENER
En fin, de alguna manera se debería revivir esa convivencia familiar y volver a infundir a las nuevas generaciones que es más importante el calor de hogar, la identidad familiar, la cortesía con los vecinos, que andar presumiendo el "Armani", el Oscar de la Renta, el Channel, el carro del año o andar en la pura frustración existencial porque no ha podido uno acceder a estos satisfactores inventados e impuestos por un sistema de consumo, que en si es el responsable de todo el desgarriate que hoy vive el género humano y que está dando como consecuencia, no sólo la destrucción del género mismo, sino del planeta en su conjunto.
correo: losbuenosdias @ gmail.com
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